Instalar Steam
iniciar sesión
|
idioma
简体中文 (Chino simplificado)
繁體中文 (Chino tradicional)
日本語 (Japonés)
한국어 (Coreano)
ไทย (Tailandés)
български (Búlgaro)
Čeština (Checo)
Dansk (Danés)
Deutsch (Alemán)
English (Inglés)
Español - España
Ελληνικά (Griego)
Français (Francés)
Italiano
Bahasa Indonesia (indonesio)
Magyar (Húngaro)
Nederlands (Holandés)
Norsk (Noruego)
Polski (Polaco)
Português (Portugués de Portugal)
Português - Brasil (Portugués - Brasil)
Română (Rumano)
Русский (Ruso)
Suomi (Finés)
Svenska (Sueco)
Türkçe (Turco)
Tiếng Việt (Vietnamita)
Українська (Ucraniano)
Informar de un error de traducción
¿Alguna vez has estado en una situación en la que todo está tranquilo y de repente… POOF, un pedo vaginal? Sí, hablo de esos momentos en que el cuerpo decide traicionarte con una sinfonía inesperada. ¡Boom! De repente, estás ahí, tratando de mantener la compostura mientras un sonido insólito se escapa de donde menos te lo esperabas.
Imagínate esto: estás en una reunión importante, todos te miran esperando tu opinión y, de repente, ¡el sonido más inusual rompe el silencio! Intentas disimular con una tos falsa o mover la silla para que piensen que fue eso. Pero todos sabemos la verdad. Ese sonido no viene de la silla.
¿Y qué hay del gimnasio? Te agachas para levantar esa pesa y ¡bam! ¡Ahí va! Ese ruido peculiar que no puedes culpar a nadie más que a tu propio cuerpo.